sábado, 2 de julio de 2011

Lo Evo y no lo creo


BUENOS AIRES -- Único. El estadio Ciudad de La Plata, el más moderno de Sudamérica. Único. Lionel Messi, el mejor del mundo que juega para Argentina. Único. El segundo tiempo, porque el dueño de casa durmió en el primero. Único. El punto que sacó Bolivia en Buenos Aires. Histórico. Lo "Evo" y no lo creo.

El que no vio el debut de la 43ª Copa América imaginará que Bolivia rescató un punto milagrosamente. Que se colgó del travesaño. Que sólo una enorme cuota de suerte evitó que fuera derrotado. Mal preconcepto. Nada más lejano a la realidad. El 1-1 no sólo se explica por las deficiencias del juego de Argentina. Se justifica desde el orden de un equipo consciente de sus limitaciones, que en ningún momento mostró miedo ante el candidato al título.

Argentina regaló un tiempo. A su habitual control de pelota nunca le agregó cambio de ritmo. Le faltó profundidad. Los laterales, Zanetti y Rojo, rara vez pasaron al ataque. Messi, el desequilibrante, bajaba demasiado a buscar la pelota. Pese a ser, en teoría, el centrodelantero del equipo, repitió su principal falencia en Sudáfrica. Más allá de eso, las más claras llegaban con sus asistencias, después de sacarse hombres de encima.

Abrió hacia la derecha para Lavezzi, que remató ancho. Y luego a la izquierda para Tevez, quien exigió a Arias con un remate al primer palo. El propio Leo probó de afuera y el arquero dio un rebote que Cambiasso no pudo aprovechar. Un detalle: el 10 se llevó una ovación pero no por sus lujos, sino luego de un picante cara a cara con Raldes.

Pasó poco y nada en esos primeros 45. Batista entendió la injustificada presencia de tres mediocampistas de tinte defensivo ante un rival claramente inferior. Para jugar como Barcelona se necesita un Xavi y un Iniesta. Sólo Banega lograba destacarse con su muy buen manejo y la sociedad futbolística que intenta generar con Messi. Cambiasso le dejó su lugar a Di María. Pero la Albiceleste no llegó a acomodarse.

A los 2 del complemento, Edivaldo Rojas conectó de taco un córner desde la izquierda, a Banega se le durmieron las piernas como a los 40.000 congelados espectadores y Bolivia le tiró un baldazo de agua fría a la ya helada noche de La Plata.

Aplicando un exigente buscador de coincidencias, Messi volvió a sufrir a un arquero de equipo israelí, cuya selección viste de verde. Hace un año, en Ellis Park, el nigeriano Vincent Enyeama (Hapoel Tel Aviv) le ahogó el grito en varios ocasiones durante el debut mundialista. Esta vez fue Arias, de Maccabi Netanya, el que sacó un oportuno manotazo para tapar un remate que buscaba arco y transformarse en el "muro de los lamentos".

Con solidaridad y presión, Bolivia recuperaba el balón y lo cuidaba. Su gente, incluido el presidente Evo Morales, se entusiasmaba. Se escuchaba el "Sí, se puede". Sobre todo a los 20 del segundo, cuando en uno de los tantos pelotazos para el solitario Martins, el delantero de Shakhtar le ganó la espalda a Burdisso. Mano a mano con Romero, el ex Cruzeiro intentó una gambeta hacia la izquierda y el arquero le adivinó la intención. Y en la segunda acción, Chiquito se hizo gigante para achicarle el arco.

El conjunto de Quinteros había cometido el peor pecado: perdonar a una selección con tantas individualidades. Ya con Agüero en reemplazo de un Lavezzi que terminó mal la mayoría de sus intervenciones, llegó la igualdad. Como si estuviera jugando al fútbol-voley en una playa de Río de Janeiro, Burdisso le mató la pelota con el pecho a Agüero y el Kun clavó una tremenda volea de derecha.

El empate revitalizó a Argentina. Di María generó peligro cada vez que encaró por izquierda. Zanetti ahora sí se animó a pasar con más frecuencia. Lo volvió a tener Agüero y el arquero sacó con esfuerzo. El final fue empuje, sin ideas ni precisión, soñando con la heroica que nunca llegó.

La imagen del final es Messi. Parado. Incrédulo. En busca de una explicación. Así estuvo durante al menos un minuto. Raro que lo dejen así, sobre todos los rivales que sueñan con llevarse su camiseta. Esta vez se justificaba. Bolivia festejaba su primer punto en 12 visitas a Buenos Aires, en las que recibió 36 goles y anotó apenas 4.

La gran mayoría esperaba show de Leo, Carlitos y compañía. Pero Bolivia se apropió de la fiesta. No sólo le quitó dos puntos a Argentina. Le sacó confianza. Y lo obligó a reformular varias de sus recetas.


Nicolás Baier es coordinador editorial de ESPNdeportes.com en Argentina y enviado especial al Mundial de Sudáfrica 2010. Pueden seguirlo en Twitter. Consulta su archivo de columnas.

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